Lo que inicialmente fue reportado como un intento de asalto, resultó ser un feminicidio frustrado cuidadosamente planeado. El pasado domingo 27 de julio, Darling Nohemí Castro, de 32 años, fue atacada mientras conducía su motocicleta en la comarca Quebrada Honda, Sébaco.
El agresor la interceptó, la amenazó con un cuchillo y exigió la entrega del vehículo. Ante la resistencia de la víctima, el atacante la hirió en brazos y pecho. El intento de homicidio se detuvo abruptamente cuando el arma quedó incrustada en la mano de Castro, obligando al agresor a huir.
Castro fue trasladada al hospital César Amador Molina de Matagalpa, donde se recupera. En un inicio, tanto ella como las autoridades consideraron el hecho como un asalto violento. Sin embargo, la investigación policial reveló que el ataque fue premeditado: Emanuel Montes Picado, de 40 años, confesó haber sido contratado por José Jacinto Zamora Rocha, de 37 años, exesposo de la víctima, para simular un robo y asesinarla.
Ambos hombres fueron detenidos y enfrentarán cargos por tentativa de homicidio, agresión agravada y otros delitos. El caso evidencia un patrón de violencia feminicida encubierta bajo la apariencia de criminalidad común, y subraya la necesidad de que las autoridades profundicen en el análisis de género en hechos violentos contra mujeres.
La agresión contra Darling Castro no fue un hecho aislado, sino una expresión extrema de violencia machista post separación. La instrumentalización de un sicario para ejecutar el crimen demuestra la planificación y el odio sistemático que caracterizan los feminicidios, incluso cuando no se consuman.