Nicaragua, un país donde la desigualdad es una de las características más claras cuando se trata de describir el cómo se vive la ciudadanía en el país. Aquí los extremos sociales están a simple vista; por un lado tenemos a una población, desafortunadamente mayoritaria, que a diario se enfrenta a dificultades gigantescas, para esta parte de la ciudadanía acceder a empleos dignos, a atención de calidad en la salud y la educación, a seguridad comunitaria, a una vida libre de violencia, a la justicia, a servicios institucionales trasparentes, entre otros aspectos, se vuelve un desafío casi inalcanzable, mientras tenemos a otro grupo reducido de personas para las cuales el acceso desde el poder, los privilegios de clase, la protección gubernamental, la concentración de las riquezas, el acceso a servicios, entre otros aspectos es algo que no les preocupa, pues la ventaja de la desigualdad está de su lado.

En este artículo te invitamos a imaginar que la vida es como una escalera, donde para alcanzar el éxito o una ciudadanía digna necesitas subir cada peldaño. En cada uno de ellos encontrarás elementos como la educación, la salud, la seguridad, el empleo, entre otros. Ahora, imagina que, por el simple hecho de ser mujer, esos peldaños se hacen más altos. Por ejemplo, piensa que la distancia entre el acceso a una educación de calidad y un empleo digno es 2 o 3 veces mayor para vos que para otras personas. Esta reflexión es una invitación a visualizar una realidad; una realidad que enfrentan muchas mujeres en Nicaragua.
Ante esta desigualdad que, si bien es cierto es generalizada, en el caso de las mujeres se ve más agudizada, María Teresa Blandón Gadea, socióloga, maestra y activista feminista nicaragüense, nos comenta:
“…Es cierto que la desigualdad en Nicaragua y en todo el mundo tiene una clara marca de género, y eso se expresa en que las mujeres, por ejemplo, están subrepresentadas en la seguridad social, es decir, hay mucho menos mujeres afiliadas al seguro social que los hombres, y esto es porque las mujeres tienen empleos más precarios, empleos digamos no asegurados, de tal manera que son mujeres que cuando lleguen a la vejez no van a tener ingresos propios para resolver sus necesidades básicas, aun sabiendo que las pensiones en Nicaragua son pensiones muy reducidas, muy limitadas, pero aun así las mujeres tienen esta brecha, esta desventaja estructural. Las mujeres también están empleadas en los sectores donde los salarios son más bajos, y son mayoría en algunos de estos sectores, por ejemplo, en el sector de las empresas de zonas francas, de la manufactura, donde se paga menos que en otro tipo de maquilas, y allí las mujeres están sobre representadas”, dijo Ma Teresa Baldón Gadea a Infomedio.
Para la población transfemenina la realidad es la misma y en algunos casos tiene tintas de empeoramiento, pues al ser mujeres con una identidad disruptiva de las normas conservadoras y fundamentalistas, la sociedad en su conjunto integrado, incluso, por el Estado suelen tener actitudes y accesos desde el castigo por su identidad.
Consultando a una activista transfeminista y defensora de los derechos de la población trans nos expresa qué…
“Si antes el tema del acceso al trabajo era bajo y con su identidad hoy por hoy es menos, a no ser, que sean típicamente según los estereotipos y roles de femineidad, en las ramas donde hay trabajo para nosotras son: estilismo, belleza, costura, arte y confección modista, ayudante de cocina, si acaso cocinera y esperando en último instancia trabajo sexual por sobrevivencia”.
Para Blandón, hay varios aspectos en los que la desigualdad que sufren las mujeres se ve muy clara, tales como, la histórica asignación de las tareas del cuidado, lo que ha significado que, a las mujeres, aparte de trabajar en condiciones desiguales en el mercado y en las empresas, les toca asumir la responsabilidad del cuidado en el hogar, sobrecargando a las mismas de tareas, ya que, como sabemos el trabajo del cuidado no tiene remuneración, sumándose en la actualidad, el cierre progresivo de los centros públicos de cuidado para las infancias y la histórica desatención publica al cuidado de las personas adultas mayores en vulnerabilidad, dejando entonces esta responsabilidad a las mujeres.
Por otro lado, una problemática de vieja data es la falta de responsabilidad paterna, la que se junta con un acceso precario a la justicia en materia de la manutención hacia hijos e hijas.
“Las mujeres van a los juzgados de familia, ponen la demanda, a veces van al Ministerio de la Familia para que los hombres paguen esta pensión de alimentos, a veces los hombres firman en el Ministerio de la Familia y después no cumplen y se van. Otras veces van a juicios que son muy largos y que las mujeres no pueden costear, entonces abandonan estos procesos, sumemos a esto que duran estos mismos muchas sufren presiones, chantajes por parte de las familias, de tal manera que en la mayoría de casos las mujeres son las que terminan haciéndose cargo del 100% de la manutención de sus hijos y de sus hijas”, comenta Ma. Teresa Baldón Gadea.
En el caso de la población transfemenina la activista transfeminista nos expresa que el acceso al derecho de justicia es casi nula o imposible, sobre todo en casos de asesinatos y otras formas de violencia ejercida en contra de esta población, nos comenta también que ahora los mismos medios de comunicación ya no nombran con la identidad trans, lo que es reflejo del retroceso que se tiene en cuanto al respeto de los derechos de esta población se trata, más aún cuando sus cuerpos se ven expuestos a las violencias.
La atención en la salud hacia las mujeres es otro de los aspectos donde el deterioro es evidente, si bien es cierto, desde las atenciones básicas en salud se reflejan vacíos significativos, cuando de la especialidad en la atención a las mujeres hablamos, la situación se vuelve específicamente preocupante, sobre todo en la atención a la salud sexual y reproductiva de las mujeres, lo cual deja un déficit en el acceso a métodos anticonceptivos seguros y guiados, sumando a esto un alto nivel de incidencia de las agresiones en las consultas ginecológicas a las mujeres.
“…en los hospitales les dan pastillas, pero que no son de la calidad suficiente, la oferta es bien reducida, otros métodos de anticoncepción que duran más tiempo, como los implantes y que son a veces menos agresivos, no están muchas veces al alcance. Hay muchas mujeres que se enfrentan, por ejemplo, a enfermedades como el virus de papiloma humano sin tener información y ya sabemos que muchas veces eso deviene en un problema de cáncer cérvico, sobre todo del cáncer de cerviz, y si no hay información adecuada, y no la hay en Nicaragua porque no hay campañas de prevención y de educación, entonces pues claro está que la incidencia del cáncer ha ido creciendo, siguen habiendo problemas de violencia obstétrica en los hospitales, muchas mujeres jóvenes, sobre todo las parturientas primerizas, se quejan muchísimo de la falta de respeto, de la agresividad y muchas veces de la mala práctica de médicos, de ginecólogos y a veces de médicos que están empezando, que no han terminado su especialidad pero que ponen a atender partos y con consecuencias muy severas en muchos casos», recuerda Ma. Teresa Baldón Gadea.
En cuanto al derecho a tener una vida libre de violencia podemos ver un reflejo de desigualdad también contundente. Nicaragua es un país donde hay niñas y adolescentes abusadas sexualmente, mujeres que han sido víctimas de violación, mujeres que siguen siendo víctimas de violencia psicológica, de violencia física y esta tendencia terrible al incremento de los femicidios, nos dicen claramente que hay desigualdad, definitivamente las mujeres no ocupan el mismo lugar que los hombres en la sociedad.
La sociedad nicaragüense junta el conservadurismo con los altos niveles de violencias que dotan al sistema de crianza en las familias nicaragüenses, esto se ve reflejado en las diferentes muestras crueles de violencia hacia las mujeres trans.
«… la sociedad dice que como puede ser un hombre nacido llámese mujer, eso es bajar un escalón de beneficio y superioridad como tal por querer ser lo que no (MUJER) entonces llegan las violencias y nada de acceso a la justicia, esto se conecta o intersecta con la pobreza, no ser una mujer con capacidad reproductiva, analfabeta, carente de capacidades profesional, mínimas oportunidad de trabajo y expuesta a violencia abuso homicidios perpetrados a las mujeres no solo por ser hombre que se definen mujer sino por ser mujer que no cumple con los requisitos o mandatos de género según el patriarcado”
Un país sin democracia y sin garantías sociales mínimas ofrece las condiciones correctas para el desarrollo de la desigualdad, pues ante la evidente falta de institucionalidad, ante la personalización del poder y el Estado la ciudadanía se sabe en estado de indefensión, sabe que los mecanismos son llevados hasta un punto donde las victimas suelen ser revictimizadas hasta perseguidas por intentar encontrar la justicia, a esto hay que sumarle que con la clausura de las organizaciones de sociedad civil, el acceso a las instituciones desde el ejercicio ciudadano es cada día más nulo.
“La gente tiene miedo también, las propias mujeres tienen miedo, aún en los casos tan graves como los de la violencia, la gente tiene miedo de ir, de poner una denuncia, porque muchas veces pueden salir trasquiladas, son ellas las que son revictimizadas o pueden ser ellas las que son amenazadas, incluso por los propios oficiales de policía. No tenés tampoco una sociedad civil que pueda crear redes de apoyo, que pueda interactuar con el Estado, porque todas las organizaciones de sociedad civil fueron clausuradas, incluyendo las propias organizaciones de mujeres. Y porque hay temor, la ciudadanía y las mujeres en particular tienen temor de hablar, tienen temor de reclamar sus derechos, tienen temor de acercarse a las propias instituciones del Estado, tienen miedo a los funcionarios públicos y entonces hay un Estado de censura, de autocensura, de vigilancia, de persecución”.
«No podemos hablar de la lucha contra la desigualdad sin reconocer que esta problemática nos atraviesa a todo el conjunto de la sociedad, si bien es cierto, que el Estado es el garante de crear políticas públicas que busquen el retroceso de la desigualdad, las personas que somos parte de la sociedad somos quienes construimos la convivencia diaria, por tanto, la lucha por la instalación de la igualdad y la equidad como una realidad es de todas y todos», finaliza Blandón
Periodista: Jela Chávez
Si Nicaragua Fuera 100 Mujeres:








